Bajo el lema «Mientras haya personas, hay esperanza» Cáritas se suma al año jubilar
Hoy, Cáritas Diocesana de Ciudad real ha presentado la Campaña Institucional de Cáritas para el periodo 2.025-2.026, bajo el lema “Mientras haya personas, hay esperanza”. Esta campaña se enmarca en el Jubileo de la Esperanza, convocado por el difunto Papa Francisco, quien nos recuerda que, incluso en medio de la incertidumbre, la esperanza sigue viva en el corazón de cada persona.
Vivimos tiempos marcados por la fragilidad social: el acceso a la vivienda, por ejemplo, al empleo digno y a una vida segura sigue siendo un reto para muchas personas. La desesperanza crece, pero en Cáritas, cada día, somos testigos de lo contrario: de que la esperanza brota en quienes luchan, en quienes ayudan, en quienes no se rinden.
Esta campaña es una llamada a la sensibilización y a la acción. Nos invita a comprometernos, a caminar junto a quienes más lo necesitan, a ser portadores de esperanza desde lo cotidiano: con gestos, con tiempo, con escucha, con presencia.
Hoy nos reúne la celebración del Corpus Christi, Día de la Caridad. Una fiesta que nos recuerda que la Eucaristía no es solo un acto litúrgico, es donación total y gratuita, es una invitación a vivir el amor de Cristo en lo concreto. Como nos dice el Papa Francisco en Fratelli Tutti, estamos llamados a construir fraternidad, a no dejar a nadie al margen del camino.
Mientras haya personas, hay esperanza
El lema «Mientras haya personas, hay esperanza» es una afirmación de fe en la humanidad. Porque cada persona lleva dentro semillas de fraternidad y solidaridad. Porque cada gesto de amor, por pequeño que sea, puede transformar una vida. resuena profundamente con el mensaje de Jesús de Nazaret, quien dedicó su vida a transmitir amor, compasión y solidaridad, a acoger, acompañar y levantar a quienes más lo necesitaban. Él nos mostró que la esperanza se siembra en cada gesto de amor, en cada acto de servicio, en cada mirada llena de compasión. Nos enseñó que, mientras haya alguien dispuesto a tender la mano, siempre habrá posibilidades de transformación. Jesús enseñó que la esperanza no es solo un sentimiento, sino una acción concreta que se manifiesta en el encuentro con los demás, en el servicio a los más vulnerables y en la construcción de una comunidad basada en el amor.
La Iglesia católica, fiel al mensaje de Cristo, sigue abriendo caminos de esperanza: desde cada parroquia, cada comunidad, cada creyente, se siembra una semilla de esperanza que puede florecer en quienes más lo necesitan.
Este año, queremos visibilizar especialmente nuestro compromiso con la defensa de la dignidad humana, y en concreto, con la lucha contra la trata de personas, una de las formas más crueles de esclavitud de nuestro tiempo.
Llamada a la acción y al compromiso
Con este mensaje se quiere hacer una llamada a la acción, al compromiso de vida. La esperanza nace del encuentro entre personas, de la solidaridad que transforma, del amor que impulsa a construir un mundo más justo. Porque mientras haya personas dispuestas a amar, servir y transformar la realidad, siempre habrá esperanza para nuestro mundo.
«Desde Cáritas y toda la comunidad creyente, estamos llamados a ser embajadoras de esperanza en medio de una sociedad que a veces ensombrece la justicia y la fraternidad, pero que también es capaz de entregarse con generosidad. Nuestra misión es clara: hacer visible el amor de Dios en cada acción. Porque es en el encuentro con los demás donde la esperanza cobra vida. Esta tarea no es solo de Cáritas o de la Iglesia, sino de todos nosotros. Mientras sigamos amando, cuidando, escuchando y transformando la realidad con pequeños y grandes gestos, podemos afirmar con convicción que mientras haya personas, hay esperanza». Señala Concepción Aranguren, directora diocesana de Cáritas.
Podemos transformar vidas con una palabra de aliento, con un acto de generosidad, con nuestro tiempo, con nuestra disponibilidad. Podemos involucrarnos en proyectos solidarios, acompañar a quienes están solos, compartir nuestras habilidades para construir oportunidades. A través del voluntariado, del servicio, de la acogida y del amor sincero, podemos ser testigos de que Dios sigue actuando en el mundo.