A FONDO. ESTANDO YA MI CASA DESPLEGADA
… La voluntad de poder del ser humano topa con la fragilidad de su hechura, en la que se cuelan virus y pandemias sin permiso. ¿Qué ha pasado?… Creemos que lo tenemos todo controlado y el virus nos descontrola y vence.
Son tiempos para la épica del cuidado, allí donde el personal sanitario batalla con los enfermos, tratando de curarlos, cuidarlos y sostenerlos…
Son tiempos para la poética del amor, allí donde la solidaridad se hace proximidad…
Y también queda la narrativa de la casa desplegada desde la intimidad de nuestros hogares…
…La casa es símbolo de retorno y de intimidad…En casa podemos, si los ruidos y los peques nos dejan, adentrarnos en nuestra casa interior.
Si buceamos en ese interior quizá nos cueste encontrar sosiego. Lo podemos intentar. Releo Isaías, 54,2-3. “Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo sus lonas, alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas; porque te extenderás a derecha e izquierda, tu estirpe heredará naciones y poblará ciudades desiertas”.
Dios se dirige a la nación de Israel, imagen de la mujer estéril, que se creía abandonada y sola. La humanidad herida simboliza hoy esa mujer incapaz de dar a luz, presa del miedo. La fecundidad radica en ensanchar tu casa, desplegar todo el potencial de humanidad que llevas dentro, alargar las cuerdas de la solidaridad entre los que se encuentran más desprotegidos, plantar las estacas del cuidado a tu alrededor. Que tu casa no sea fortaleza sino lugar de encuentro y avistamiento de lo que tenemos que ser en el futuro inmediato. En el exilio interior en el que nos encontramos, en el desierto árido que transitamos casi a ciegas, podemos descubrir que su belleza radica en que en algún lugar podemos encontrar un pozo de agua; nos lo recuerda El Principito. Podemos dejar de ser depredadores para empezar a ser realmente fecundos como humanidad en esta casa común de la que hemos recibido tanto y a la que tanto hemos ignorado.
Al ensanchar nuestra casa interior podemos conectar con el futuro que emerge, tomando nota del pasado que nos ha conducido hasta aquí. ¿Qué podemos aprender de todo esto?,… Aprendemos, una vez más, y el papa Francisco lo repite varias veces en Laudato Sí’, que todo está conectado, que la especie humana ha vivido mucho tiempo como si fuera dueña de la Tierra y no como hermana…
…Al ensanchar nuestra casa podremos desplegar sin miedo una nueva cultura del cuidado…
…El exilio interior puede ser tiempo de fecundidad si ensanchamos nuestra casa, si repensamos la vida que merece ser vivida, si aventuramos inéditos viables que cultiven el cuidado y la honradez con lo que realmente somos y podemos.
Luis Aranguren Gonzalo
AGORA 54 - (A4)