Mantener viva la Esperanza

Esperanza; palabra, concepto que últimamente se ha convertido en el centro de nuestra vida cotidiana. Curioso que apelemos a ella en tiempos de dificultad como los que nos están tocando vivir. Y es que la esperanza responde al
deseo, a la ilusión legítima por alcanzar un futuro distinto y mejor. Cabría preguntarse si un mes antes de que se declarara la pandemia, hace ahora un año, el mundo mantenía algún tipo de esperanza; creo que la respuesta a nivel
global es la de un no.

Parecíamos estar en un grado de bienestar, de confort, de seguridad tal, que solamente había que mantenerlo como velocidad de crucero. Cuántas veces  hemos referido esta frase: “con lo bien que estábamos”…y es que el miedo a
contraer el virus, a enfermar y morir, cuanto menos a las restricciones impuestas para mantener un tipo y nivel de vida anterior nos han hecho caer en la cuenta de todo lo que atesorábamos sin darle no solo la importancia, sino el
valor que contenía. De ahí que la esperanza más inmediata, ahora mismo, sea volver al nivel de vida que disfrutábamos. Y la vacunación es la tabla salvadora, la que va a posibilitarlo, la esperanza más cercana.

Esperanzas del momento, esperanzas necesarias, esperanzas de urgencia, esperanzas de aluvión, pequeñas esperanzas a las que sucederán otras dentro de poco o mucho tiempo. Legítimas pero insuficientes para colmar plenamente
los deseos más profundos del ser humano.Pero existe una Esperanza que no es caduca, al contrario es definitiva y
universal a la que apelamos y referimos como sustrato existencial en estos días. El Misterio salvador de la Muerte y Resurrección de Cristo. Un misterio que permanece en el tiempo y que da respuesta al mayor anhelo del ser
humano: vivir para siempre, ser sujeto de eternidad. Una vacuna que lo es de por vida.

Mantener viva la Esperanza, esta es la gran misión de la Iglesia; mantener viva la Fe en la Resurrección, hacerla presente día a día. Y en ella, Cáritas, como organización eclesial para la acción socio caritativa, repartiendo la esperanza
cristiana entre las personas más necesitadas y que en este último año ha visto aumentado su número debido a la situación de precariedad creada por el confinamiento y el desempleo.

Un veinte por ciento más de personas atendidas y un cincuenta por ciento más que el año dos mil diez y nueve han llamado por primera vez a nuestras puertas y teléfonos. Todo ello ha sido y sigue siendo posible por la entrega de hombres y mujeres que con su quehacer dan testimonio de que Jesús ha Resucitado.

Fermín Gassol Peco
Director Cáritas Diocesana de Ciudad Real