Proyecto “Protección y promoción de medios de vida sostenibles para familias campesinas vulnerables” en Mozambique
Este proyecto desarrollado entre diciembre de 2021 y abril de 2022, se ha ubicado en la provincia de Inhambane, al norte de la capital, Maputo, y concretamente en la comunidad de Guiua, donde fueron seleccionadas 100 familias que estaban más necesitadas de apoyo, priorizando mujeres cabeza de familia, huérfanos con familias a cargo y ancianos, principalmente. Se trataba de un colectivo, cuyo problema principal era la desnutrición.
El proyecto ha tenido un presupuesto total de 35.644 €, de los que 24.107 € han sido aportados por la Excma. Diputación de Ciudad Real. En su desarrollo han estado implicados Cáritas de Mozambique, Cáritas Española, Cáritas Diocesana de Ciudad Real y Cáritas Interparroquial de Ciudad Real.
Los objetivos de este proyecto han sido:
- Aumentar la resiliencia y la soberanía alimentaria y nutricional, frente al cambio climático, de 100 familias de una zona muy vulnerable.
- Mejorar los sistemas de producción agrícola, permitiéndoles la mejora de su producción y con una mayor variedad de alimentos.
- Favorecer el empoderamiento económico y social, siempre apostando por la igualdad de género, y apoyando con medios para una respuesta al cambio climático, consiguiendo mejoras en la comunidad y un compromiso del gobierno.
Las primeras actividades que se pusieron en marcha en el mes de diciembre con el inicio de las lluvias y estaban relacionadas exclusivamente con la agricultura; se hizo la entrega de semillas a las familias, se realizaron distintas capacitaciones de técnicas de preparación del suelo, técnicas de cultivos o realización de abonos.
En enero se entregó a los 100 beneficiarios una cocina ecológica para que cocinaran en sus casas, sustituyendo el agujero en el suelo que hacen en medio de la casa. Estas cocinas ecológicas, de hecho, permiten utilizar una menor cantidad de leña, por lo que se disminuye la deforestación y el trabajo de la búsqueda de leña, además ayuda en la disminución de enfermedades respiratorias, sobre todo en niños.
En febrero, se procedió a la entrega de animales de pequeña especie: cabras, patos y gallinas. Y después llegó el momento de centrarnos en el tratamiento del agua para su potabilidad, ya que no disponen de pozo. Se capacitó a las familias en la depuración natural del agua y se entregaron semillas de moringa para que las cultivaran y, en un futuro, cuando hayan crecido, puedan usarlas para tratar el agua pues es una planta que depura de forma natural ese tipo de aguas.
En marzo, se distribuyó una nueva remesa de semillas para asegurar la alimentación por más meses y también para la diversificación de la misma.
En abril, último mes de ejecución del proyecto, se puso en marcha la capacitación para la gestión de recursos locales. Para realizar esta actividad se prepararon comités de gestión entre los beneficiarios, cuyos líderes fueron escogidos entre ellos y por ellos mismos. Estos comités llegaron a crear, incluso, puestos de guardia para evitar sobre todo la quema descontrolada.
En cuanto a las campañas de sensibilización sobre el derecho de las niñas a la educación y la alfabetización de las mujeres, la desigualdad de género y la lucha contra la violencia sexual y doméstica, a finales de marzo y principios de abril se celebraron varias reuniones con grupos de beneficiarios con el objetivo de concienciar sobre la necesidad de reducir el nivel de analfabetismo y la violencia doméstica en las comunidades.
La participación de los beneficiarios ha sido constante y muy motivada a lo largo de toda la ejecución y en todas las actividades, con especial mención, a la participación de las mujeres. Realmente esta actitud era una condición indispensable para conseguir esta transformación pues ellos son los propios protagonistas de sus cambios.
En conclusión, con la puesta en marcha de este proyecto se han conseguido todos los objetivos propuestos y se ha llegado a ir más allá gracias a la compra de más semillas que, en un primer momento, no estaban contempladas y que permiten una diversificación aún mayor de la alimentación de los beneficiarios y sus familias.
Ha habido una mejora general en la calidad de vida de las familias asistidas, gracias, también, a que las actividades se han desarrollado con éxito, con buena acogida y sin percances mayores. El cambio se ha percibido, principalmente, en su alimentación, gracias al aumento de la producción, e, indirectamente, esto ha permitido una mejora de su salud general. Asimismo, hemos impulsado un pequeño cambio a nivel económico gracias a los consejos ofrecidos sobre cuándo y qué vender. Finalmente, han adquirido conocimientos sobre los recursos que les rodean y nociones básicas sobre los roles de género, lo que puede generar cambios en su comportamiento. Juntando todo, se puede afirmar que hemos provocado transformaciones que provocan una mejora holística de la situación de los beneficiarios, aunque nos hayamos centrado, sobre todo, en aumentar su seguridad alimentaria.