Una mirada desde Cáritas en la Jornada Mundial de los Pobres
En el marco del Año Jubilar de la Esperanza, la Iglesia celebra el próximo 16 de noviembre la IX Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema tomado del Salmo 71: «Tú, Señor, eres mi esperanza». Un grito que brota del corazón herido, pero confiado, de quien ha atravesado la prueba y ha descubierto que solo en Dios hay refugio verdadero.
El Papa León XIV, en su mensaje para esta jornada, nos recuerda que la esperanza cristiana no es un optimismo ingenuo, sino una certeza firme, nacida del amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. En un mundo marcado por la incertidumbre, la violencia, la pobreza estructural y la soledad, el Santo Padre nos invita a volver la mirada hacia Aquel que no defrauda, que es roca y fortaleza, especialmente para los más pobres y marginados.
Desde Cáritas, esta llamada resuena con fuerza. Cada día, acompañamos a personas cuya vida está atravesada por la precariedad, la exclusión y el dolor. Pero también, cada día, somos testigos de una esperanza que se hace carne en gestos concretos de solidaridad, en la escucha atenta, en el pan compartido, en la dignidad restaurada.
Los pobres, lejos de ser solo destinatarios de ayuda, podrían ser ejemplo de esperanza. Ellos viven cada día con la confianza de que podrán sobrevivir, de que encontrarán una mano tendida, de que el día de mañana traerá algo mejor. Su fe cotidiana, su resistencia silenciosa, su capacidad de esperar contra toda esperanza, nos interpelan y nos evangelizan.
Sin embargo, esta esperanza alcanzaría otra dimensión si estuviera anclada en Cristo. Por eso, el Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, nos recuerda que la pobreza más grave es no conocer a Cristo, porque sin Él, la esperanza del pobre puede sucumbir ante el peso del sufrimiento y la desesperanza. Conocer a Jesús es descubrir una presencia que sostiene incluso en la noche más oscura.
Nuestra misión, entonces, no se limita solo a cubrir necesidades materiales, sino que se abre a ofrecer la amistad de Dios, su Palabra, los sacramentos y un camino de fe. Porque los pobres tienen una especial apertura a la trascendencia, y en ellos se revela el rostro sufriente y esperanzado de Cristo.
En Cáritas, acogemos este mensaje como una llamada a seguir creando signos de esperanza, a no cansarnos de tender la mano, a atrevernos a vivir el Evangelio con radicalidad.
Esta Jornada es una oportunidad para revisar nuestras prioridades, para poner a los pobres en el centro, no como destinatarios pasivos, sino como testigos vivos de la esperanza.
