Cáritas ha acompañado a causa de la pandemia a 500.000 nuevas personas y ha recaudado 65 millones de euros
Las prioridades se ha centrado en el apoyo a las familias que han perdido sus medios de vida, mayores solos y personas sin hogar
En los últimos doce meses se destinaron 41 millones de euros a ayudas de emergencia, 3,3 millones a infancia vulnerable y cerca de 1 millón a material sanitario y de protección
Se apoyaron con 2, 5 millones de euros un total de 65 proyectos de respuesta a los efectos de la Covid en países empobrecidos
Cuando se cumple el aniversario de la declaración del estado de alarma a causa del impacto de la Covid-19 en nuestro país, Cáritas Española rinde cuentas de cuál ha sido su respuesta en los últimos doce meses a los graves efectos sociales de la pandemia.
En una rueda de prensa en la que han intervenido el presidente y la secretaria general de Cáritas, Manuel Bretón y Natalia Peiro, junto al coordinador del Equipo de Estudios, Raúl Flores, se ha presentado un informe con datos detallados sobre las acciones desarrolladas desde marzo de 2020 por el conjunto de las 70 Cáritas Diocesanas del país.
Además de rendir un reconocimiento al profundo dolor por las pérdidas humanas que sigue causado el coronavirus en el conjunto de la sociedad española y, como parte de ella, en la familia Cáritas y en su amplia base social, el informe pone el foco en los hitos de la actividad llevada a cabo para auxiliar a las personas y familias en situación más vulnerable. Los datos no sólo se refieren al trabajo dentro de nuestras fronteras, sino que amplía su mirada hacia el apoyo que Cáritas Española viene dando a las demandas de ayuda de muchas Cáritas hermanas de países empobrecidos golpadas por esta emergencia global.
La respuesta de Cáritas en España
Como ha señalado Natalia Peiro, “desde que comenzó la crisis sanitaria y las restricciones a la movilidad, el empeoramiento en las condiciones de vida de la población se sintió muy rápidamente en nuestra red estatal de recursos de acogida y asistencia”. “Sólo en los primeros meses de la pandemia —afirmó— las demandas de ayuda que recibieron en toda España las Cáritas se incrementó un 57% y hubo períodos y determinados espacios territoriales en los que muchas Cáritas vieron cómo se triplicaban las solicitudes de ayuda”.
En términos absolutos, esta crisis ha provocado que en torno a 500.000 personas hayan llamado por primera vez a las puertas de Cáritas o hayan acudido después de mucho tiempo sin necesitarlo. De hecho, durante esta crisis, una de cada tres personas (33%) es nueva o hacía más de un año que no acudía buscando ayuda. Un 26% de quienes han recurrido a Cáritas a causa de esta crisis lo hacen por primera vez.
Cáritas ha centrado la respuesta a la Covid en los últimos doce meses en tres aspectos concretos:
Mantener el apoyo a las familias con las que ya se estaba trabajando, y cuya situación se ha agravado con esta crisis.
– Acompañar a las familias que acuden por primera vez a causa de la precariedad sobrevenida ante esta realidad.
– Adaptar la acción de voluntarios y contratados a la nueva situación impuesta por el distanciamiento social para garantizar el acompañamiento a las personas que demandan el apoyo de Cáritas.
“Cáritas –indicó la secretaria general— tuvo que reinventar sus itinerarios de acompañamiento a causa de la pandemia. Muchas actividades, al menos en la primera fase, fueron necesariamente suspendidas o aplazadas, como las acciones presenciales de formación, las visitas domiciliarias, o los trabajos y dinámicas con grupos. En algunos recursos donde la presencia física era estrictamente necesaria, las mayores dificultades vinieron por la ausencia de equipos de protección y por la falta de personal”.
La pandemia “nos ha lanzado a activar un acompañamiento 2.0 basado en la multiplicación de la escucha telefónica y el uso de aplicaciones digitales de conexión, el apoyo escolar o las clases de español telemáticas, el recurso a transferencias económicas para sustituir las ayudas en especie o la recepción on line de documentación”, añadió.
Para afrontar la vulnerabilidad de las familias agravada o sobrevenida por la crisis, Cáritas ha tratado de asegurar un seguimiento en el acompañamiento personalizado, incorporando medidas de prevención y seguridad, y, durante las semanas de confinamiento, garantizar este acompañamiento a través de teléfono y canales digitales; acompañar a personas solas, enfermos y mayores; avanzar en la dignificación del derecho a la alimentación, fomentando el uso de tarjetas solidarias; y el apoyo en el propio domicilio.
Explosión de solidaridad
Más allá del compromiso de las personas voluntarias y contratadas durante la pandemia, la respuesta de Cáritas a las necesidades de esta emergencia está siendo posible gracias a la movilización social y a la explosión de solidaridad que la sociedad española mostró desde el inicio, y que se ha manifestado de manera muy intensa desde el lanzamiento, el 14 de marzo de 2020, de la campaña “Cáritas ante el Coronavirus”.
Esta corriente de solidaridad se ha traducido para el conjunto las 70 Cáritas Diocesanas de toda España en el apoyo de 70.666 donantes, cuyas aportaciones han sumado 65 millones de euros.
De estos fondos, 34,5 millones de euros provienen de 67.094 donantes particulares y 30,3 millones de un total 3.572 empresas e instituciones. Asimismo, de los 65 millones de recaudación, 6,5 millones han sido donaciones en especie.
En palabras de Natalia Peiro, “Cáritas tiene sobradas razones para el agradecimiento por este apoyo masivo a nuestra misión y la confianza que demuestra hacia nuestra capacidad de respuesta a los efectos de la pandemia en las familias más vulnerables, porque la solidaridad de tantos donantes y colaboradores nos ha permitido seguir estando cerca de las personas más desfavorecidas en un contexto de emergencia sanitaria”.
Recursos invertidos
En términos de inversión económica a las necesidades de la pandemia, la Confederación Cáritas en España ha movilizado en el último año estas partidas:
– 41.163.068 euros a ayudas directas, que han permitido a las familias que acompañamos cubrir en parte necesidades tan básicas como la alimentación, la higiene, los gastos de vivienda o de suministros.
– 991.963 euros a material sanitario y de protección, tanto para las familias atendidas como para nuestro personal y para los centros y dispositivos de atención directa.
– 1.014.634 euros para la contratación de personal de refuerzo para aquellos proyectos que se han visto desbordados.
– 3.307.160 euros de apoyo a la infancia. Dentro de este capítulo se ha dado respuestas a las necesidades especiales de familias con niños, niñas y adolescentes, donde junto a las demandas materiales básicas (añadidas a las que ya existían con anterioridad a causa de la pérdida de muchos empleos), surgen otras derivadas de la gestión a distancia del curso escolar, como son la necesidad de equipos y acceso a internet, o de apoyo escolar a distancia, por ejemplo.
– 2.444.290 euros para atender las necesidades de la acción internacional. Cáritas Española ha apoyado un total de 65 proyectos, que ha sido respaldada con fondos aportados por más de la mitad de las Cáritas Diocesanas de nuestro país.
El Impacto de la pandemia en las personas excluidas
Durante la rueda de prensa se aportaron datos sobre los efectos que la Covid está teniendo en las personas en situación de exclusión social. Como recordó Raúl Flores, esta emergencia social y sanitaria “está teniendo un grave impacto sobre ese 18,4% de la población en España (8,5 millones de personas) que, según datos del VIII Informe FOESSA (2019) se encontraba en situación de exclusión social. Y de ellos, más de 4 millones de personas estaban en situación de exclusión social severa”.
En ese mismo año, Cáritas acompañaba ya a más de 1,4 millones de personas dentro de toda España y a 1 millón más en los países empobrecidos.
“Es en este contexto donde se declara la pandemia–explicó—, cuyas consecuencias han sido especialmente graves para quienes ya se encontraban en situación de vulnerabilidad y que se ha traducido en un incremento de la brecha social”.
Según datos del último informe del Observatorio de la Realidad social de Cáritas Española aportados por el coordinador de Estudios en su intervención y que describe la realidad a fecha de febrero pasado, 258.000 personas acompañada por Cáritas viven en hogares que no cuentan con ningún ingreso económico; es decir, son 75.000 personas más que antes del comienzo de esta crisis. Esto se traduce en que más de 825.000 personas acompañadas por Cáritas están en situación de pobreza severa, es decir, con ingresos inferiores a 370 € al mes para un hogar unipersonal o a 776 € para hogares formados por dos adultos y dos niños.
Asimismo, alrededor de 700.000 personas viven en hogares que no pueden hacer frente a los gastos de suministros de su vivienda, es decir, no pueden calentarse adecuadamente o no pueden encender la luz siempre que lo necesitan. El 16% de las familias (cerca de 77.000) se han visto obligadas a cambiar de residencia para disminuir los gastos. Para casi el 45% de los hogares atendidos por Cáritas afrontar los gastos derivados de la vivienda suponen una grave dificultad.
Un impacto especial en las familias con menores, en los mayores solos y las personas sin hogar
En el informe presentado hoy, se constata cómo el confinamiento potenció la desigualdad tecnológica y agudizó la brecha digital, que se convierte en un factor exclusógeno, es decir, es consecuencia y a la vez causa de la exclusión social. El 52% de las familias acompañadas por Cáritas están en una situación de cierto apagón tecnológico al no contar con conexión ilimitada, dispositivo o competencias suficientes para manejarse en internet.
Uno de los ámbitos en los que se identifica claramente la brecha digital como motor de la exclusión es el ámbito educativo, pues más del 60% de hogares en los que hay, al menos, un menor de edad que tuvo dificultades para terminar el curso, son hogares en los que no hay plena conectividad.
La soledad ha sido otra de los dramas impuestos por la pandemia. Aunque esta no es una realidad nueva, la situación de aislamiento físico a la que se han visto sometidas muchas personas mayores, claramente la endurece. La vulnerabilidad social evidenciada en esta crisis también pone de manifiesto los escasos recursos que existen para favorecer los cuidados en los domicilios, lo que propicia mayor desprotección en las personas mayores y en quienes las cuidan, ya sean empleadas o familiares.
En Cáritas, antes de la pandemia contaba ya con 29 centros residenciales, 12 centros de día, 2 casas hogar, 4 pisos tutelados, más de 4 unidades de convivencia y/o apartamentos acompañados. Además, la Confederación cuenta con 30 programas de acompañamiento en el domicilio, tanto en zonas urbanas como rurales. En conjunto, supone un total de más 7.000 personas mayores acompañadas por Cáritas. Gracias a la colaboración de muchas personas, se ha podido incrementar notablemente en el último año el número de mayores acompañados, hasta llegar a casi 11.000 en estos momentos.
El impacto que de la Covid ha sido, también, tremendamente costoso para las personas que carecen de un hogar donde poder refugiarse, cuidarse o pasar el confinamiento inicial, una carencia que, si ya aumenta su vulnerabilidad de forma general, se ha visto agravada durante la pandemia al dificultarse –o imposibilitarse— el acceso a espacios de higiene y/o aislamiento. Dormir en la calle o permanecer en alojamientos temporales o de emergencia ha expuesto, además, a un alto riesgo de transmisión del virus a las personas sin hogar, una población ya de por sí de alto riesgo médico, que en muchas ocasiones se ven desproporcionalmente afectados por problemas añadidos de salud y/o discapacidad.
La pandemia ha obligado a diversificar la respuesta a las necesidades de estas personas para, entre otras medidas, adaptar los recursos de acogida y alojamiento, y dotarlos de mayor flexibilidad horaria; adecuar y rehabilitar espacios para acoger a las personas sin hogar y sin vivienda en condiciones de seguridad, como seminarios o pisos vacíos; conciertos a nivel local con hoteles y pensiones para garantizar un alojamiento adecuado a personas en situación de calle; o ayudas económicas y de alquiler, hipotecas, suministros u otros de manera preventiva y enfocadas al mantenimiento de la vivienda.
Gracias a todas estas actuaciones, si antes de que comenzara la crisis en Cáritas, a través de diferentes tipos de proyectos, se atendía en torno a 40.000 personas en situación de sin hogar, durante el último año se han creado 13 nuevos centros y más de 1.400 nuevas plazas para personas sin hogar.
El impacto de la crisis en los países empobrecidos
La crisis sanitaria de la COVID-19 está siendo, también, una crisis inédita a nivel global, que está dejando profundas huellas y que ha afectado de manera desigual a comunidades, países y regiones.
Desde la cercanía y proximidad a las Iglesias locales, Cáritas conoce de primera mano el impacto presente y futuro que la crisis sanitaria, económica y política derivada de la pandemia está ocasionando en los países más empobrecidos, donde millones de personas que carecen de acceso a sanidad, ni a agua potable, ni a medidas de protección, ni a las vacunas están viendo multiplicadas sus condiciones de precariedad ante esta emergencia. Esta crisis está suponiendo dramáticas cifras de contagio y la pérdida de millones de vidas en los diferentes continentes y regiones de este planeta.
Cáritas alerta especialmente de la realidad de las personas migrantes y refugiadas. En muchos lugares se está aprovechando esta crisis para recrudecer los controles, limitar el acceso y aumentar las violaciones de derechos humanos de las personas en situación de movilidad humana en nombre de la prevención de la pandemia.
En el informe se denuncia, de forma concreta, la realidad de sobresaturación que se vive en los centros de acogida en la frontera Este de Europa; las extremas condiciones de vida de las personas roynghas en los campos de refugiados de Cox Bazaar, en Bangladesh; la crisis humanitaria que viven los desplazados internos en la región del Sahel; la situación de millones de venezolanos en los países vecinos (Ecuador, Perú y Brasil, especialmente); o la dramática emergencia alimentaria de los pueblos centroamericanos, agudizada por el impacto de los huracanes Eta y Lota por la región.
Otra realidad agravada con el impacto del virus es la de los pueblos amazónicos, cuya situación previa de vulneración de derechos no ha hecho más que empeorar a causa de la pandemia: invasión de territorios indígenas, expolio de los recursos naturales de forma descontrolada por parte de empresas extractivas legales e ilegales, dificultad de acceso a la salud y al agua segura, o medidas de protección adecuadas a su situación.
Esta situación generalizada de desventaja de los países del Sur ante el coronavirus se está poniendo también de manifiesto con el acceso a las vacunas. Si vacunar a los que más lo necesitan en España y Europa es todo un desafío, en las realidades internacionales que acompaña Cáritas las dificultades se multiplican para cumplir ese objetivo ante limitaciones como la disponibilidad, la logística, la capacidad de compra, la eventual producción local y el reajuste de los mensajes sobre lo que es realmente la pandemia.
Cáritas secunda, en este reto, el llamamiento del Papa Francisco a que la Iglesia sea corresponsable en las estrategias de vacunación, especialmente en el continente africano donde la Iglesia católica tiene una red sólida y bastante extendida de salud y reconocida.
Impacto en el voluntariado
Los recursos humanos de Cáritas no han sido ajenos a esta crisis, muy especialmente en las más de sus 80.000 personas voluntarias, sobre todo si se tiene en cuenta que una parte importante tiene más de 65 años y, por tanto, parte de uno de los grupos de riesgo ante el virus. Esto ha supuesto una reducción significativa del voluntariado activo, que, por obvias medidas de aislamiento y autoprotección, se vio reducido a un 39% durante el confinamiento y a un 63% en estos momentos.
Las personas voluntarias que se han mantenido activas han tenido que adaptarse a la nueva realidad para poder estar al servicio de las familias atendidas. Esto ha provocado que el 36% del voluntariado de Cáritas haya cambiado su actividad principal durante la pandemia para asumir trabajos más urgentes y puntuales.
Y una vez que se tuvo claro cómo poder recibir a las personas en las parroquias respetando las medidas de higiene y distanciamiento social, se han adaptado los lugares de acogida para poder atender con seguridad a quienes han seguido acudiendo a Cáritas. Esto ha permitido recuperar un 24% del voluntariado que, por su propia seguridad, tuvo que permanecer inactivo durante el confinamiento.
Al mismo tiempo, en este período ha sido muchas las personas que se han ofrecido a Cáritas para colaborar como voluntarios. A lo largo del año, más de 6.000 personas se han incorporado al voluntariado de Cáritas, un refuerzo esencial que, junto con la coordinación con otras entidades sociales y, cuando ha sido posible, con los servicios de las Administraciones públicas, ha sido clave para sumar fuerzas y organizar la ayuda.
Agradecimiento de Manuel Bretón
El presidente de Cáritas quiso cerrar el turno de intervenciones de la rueda de prensa con unas emotivas palabras de “agradecimiento a nuestros voluntarios los que han estado al pie del cañón en las parroquias y proyectos o en la atención telefónica, o a aquellos que tuvieron que retirarse, como medida de prudencia, y desde sus hogares nos han mantenido con su oración; un agradecimiento que hago extensivo a nuestros trabajadores incondicionales y entregados en jornadas interminables”.
“Queremos dar las gracias –afirmó Manuel Bretón— a nuestros donantes particulares y empresas comprometidas con nuestro trabajo, gracias a las parroquias y centros diocesanos, a las congregaciones religiosas y a nuestros obispos, que han puesto a disposición de las Cáritas los recursos de las Diócesis”.
“Y gracias al conjunto de la sociedad que, en momentos de tanta zozobra, de tensión e incertidumbre ha acudido a paliar el dolor de los que más sufrían confiando en el trabajo de Cáritas”.
“Esto, sin embargo, no ha llegado a su fin, ya que las consecuencias económicas van a dejarse notar durante mucho tiempo, especialmente entre las personas más débiles y en situación más precaria. También entonces nos tendrán a su lado, mitigando su sufrimiento y ayudándoles a reclamar sus derechos, una misión para la que también necesitaremos el apoyo de toda la sociedad”, concluyó.