FECHAS PARA «RE-ENFOCAR» LA MIRADA: EL 8 DE MARZO

Nuestro calendario nos ayuda a identificar días concretos en los que señalamos las acciones a recordar en la jornada. Pronto, en nuestro mundo altamente tecnológico, los calendarios de pared serán objetos de museo, pero paradójicamente, el tiempo es un bien cada día más preciado. ¿Quién no inventa maneras de ahorrar unos minutos al día gestionando sus citas a través de calendarios en línea compartidos, de encuestas para acordar fechas de reuniones y otros mecanismos que nos ayudan a sincronizarnos? A todos nos falta tiempo. Y ante esta escasez cabría preguntarse ¿porqué señalar días celebrativos en nuestro calendario? ¿No será una pérdida más de tiempo?

La celebración es un aspecto ligado a la esencia del ser humano, seres en relación y en sociedad que reconocen su historia y la de sus antepasados y la actualizan, la resignifican, la recuerdan quizás con nostalgia o quizás con vergüenza, o simplemente usan la celebración como un espacio de ocio y de descanso. Lo que es esencial a la persona nunca es una pérdida de tiempo (por mucho que nos falte); al contrario, las celebraciones nos humanizan.

Una vez aclarado que el celebrar no es perder el tiempo, es legítimo preguntarse ¿qué es para nosotros el 8 de marzo? Y Cáritas Diocesana de Ciudad Real, motor de la caridad con el que la Iglesia, presidida por el Obispo y encarnada en los pueblos de la Diócesis, se pregunta también por esta fecha: ¿Qué implica para Cáritas Diocesana de Ciudad Real el día Internacional de las Mujeres?

En primer lugar, como sociedad civil, es un día para la celebración de los derechos de las mujeres, conseguidos a través de muchas personas y colectivos que han reivindicado, luchado y también trabajado silenciosamente por la justicia, ante la constatación de la desigualdad. “Es necesario reconocer abiertamente que, en el curso de la historia, las mujeres han sido y son aún objeto de discriminación.» (Mulieris Dignitatem, 6)

A continuación, como Cáritas, y como Iglesia, podemos reconocer la contribución de tantas mujeres a la mejora del mundo y de la Iglesia desde los ámbitos más variados: la acción social, la salud, la educación, la política, la economía, la espiritualidad, la investigación, la seguridad, la tecnología, las infraestructuras…  «La Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una (…). Da gracias por todas las manifestaciones del ‘genio’ femenino aparecidas en la historia.» (Mulieris Dignitatem, 31)

Y desde la gratitud y el reconocimiento, en Cáritas Diocesana, en nuestra misión de ser Iglesia pobre y para los pobres, este 8 de marzo tenemos la obligación de ajustar la mirada, reenfocarla como si se tratara de usar el zoom de una cámara, para usar la mirada favorita de Dios: la mirada desde abajo a los pequeños, en este caso a las más pequeñas. Quedarse en la celebración festiva y en el camino recorrido por las mujeres, no hace justicia a la realidad que las mujeres siguen viviendo, especialmente las más vulnerables. Ya no hablamos de la discriminación de la mujer sino de las discriminaciones de las mujeres, porque no hay sólo un tipo de mujer y sólo un tipo de discriminación, son muchas y entrelazadas, y en Cáritas las conocemos desde la realidad que atendemos. Por ejemplo, es necesario destacar los siguientes datos:

  • En las acogidas parroquiales, son las mujeres las interlocutoras de sus familias para pedir ayuda de Cáritas. Mujeres valientes que vencen la vergüenza que supone pedir ayuda, para hacer frente a las necesidades de la familia.
  • Las mujeres siguen siendo las cuidadoras principales en los hogares con menores o con personas mayores dependientes.
  • Las mujeres constituyen la mayoría de los hogares monoparentales que atendemos.
  • Las mujeres migrantes presentan un mayor índice de vulnerabilidad, y presentan cargas familiares tanto en sus países de origen como en los países de destino.
  • Los trabajos feminizados (principalmente en el sector de los cuidados) siguen siendo poco valorados socialmente aunque esenciales en nuestra sociedad.
  • Las violencias que inciden sobre las mujeres son múltiples y se acentúan a mayor nivel de pobreza y de exclusión.
  • En las zonas en conflicto, los cuerpos de las mujeres siguen siendo armas de guerra.

Así podríamos seguir con infinidad de ejemplos de cómo las mujeres especialmente las más empobrecidas presentan elementos de desventaja que son necesarios compensar en la sociedad y sobre todo afrontar desde el trabajo con y para las mujeres, con una mirada centrada en las capacidades de las mujeres.

Desde el principio de centralidad de la persona de nuestro modelo de Acción Social de Cáritas, trabajamos para generar redes y oportunidades entre las mujeres que acompañamos.

El compromiso de Cáritas con las mujeres, no es algo nuevo, se ha gestado en el silencio del trabajo con las mujeres en el ámbito rural y con la comunidad gitana, ha florecido en cada escucha en nuestras acogidas, en el acompañamiento a mujeres en contexto de prostitución y en el área de empleo. Nuestro compromiso con las mujeres se hace visible en la atención a aquellas en situación de sin hogar, que atendemos en nuestros centros y que son ejemplo de fortaleza y resiliencia.

¿Pero qué rostro tiene Cáritas Diocesana de Ciudad Real? Un 80 % del voluntariado está formado por mujeres.

El rostro del compromiso de Cáritas con la mujer es femenino: mujeres que sostienen, acompañan y construyen redes para que ninguna mujer quede atrás.

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